miércoles, 20 de mayo de 2015

Desde el rincón más oscuro

“Los niños negritos no comen, no, no comen, sus madres tienen los ojos sepultados en tumbas vivas en cauces de ríos de lágrimas secas con barrigas preñadas de muerte. La esperanza de vida está por debajo de un año, me cago en mi puta vida entonces.
Se trafica, sí. Se trafica con armas, con drogas, con hombres, con mujeres, con niños, con vidas, con ideologías, con Internet, con política, con poder, con sueños, con meterte el miedo en el cuerpo.
Cada mañana, cada mañana me miro en el espejo y lo que veo no me gusta, y entonces, en vez de comerme mi propia mierda fresca: Te jodo a ti, te jodo a ti, te jodo a ti… y te jodo a ti. ¿Porqué? Porqué la culpa, la culpa siempre es de los demás. ¡Sí! Y la enfermedad se llama: Vivamos la vida de los demás por que no tengo cojones, ni sangre para vivir la mía.
Tengo goteras en mi casa, goteras en mi curro, goteras en mi corazón. De las goteras de mi cabeza os hablo otro día porque ahora quiero dormir, cuando duermo no pienso… no pensar.
Yo solo quiero volver, yo solo quiero volver a las entrañas de mi madre. A nadar sumergido flotando en una paz infinita, en una duermevela blanca de un cuerpo y dos corazones abrazados por un cordón. Caliente, protegido, acurrucadito, indefenso pero invulnerable.
Yo solo quiero volver al día en el que mi madre me cantó mi primera nana. Solo quiero eso…”


¿Quién no ha sentido alguna vez la necesidad de correr, de romper con todo, de huir, de hacerse un ovillo con el solitario deseo de que el tiempo pase?. En días me busco, en días me encuentro y en días me suicido. 
No me he movido pero no estoy donde estaba, quiero saber si soy verdad o si me engaño. 
A veces camino solo, a veces la soledad me acompaña, a veces me río de mi. A veces la risa soy yo. A veces hablo pero no me escucho, a veces me escucho pero no puedo hablar. A veces me callo, mi conciencia me escupe venenos de a cincuenta céntimos la garrafa. Y todo, todo porque a veces quiero ser yo, pero a veces me miro y entonces sufro. Sí, sufro. Y mi corazón, hecho papel y lapicero, escribe renglones desesperados. Mis ojos lloran arena. Mi alma huye perseguida por mí mismo. Mi sangre acaricia la esperanza y al tocarla se hace costra. Busco mis manos para protegerme pero son de humo. Un humo podrido, desdentado y yonki. Y todo porque a veces quiero ser yo. Pero a veces me niego. A veces no se quien soy…


Soy cada uno de los lugares en los que he estado.
 Soy los caminos que me quedan por recorrer. 
Soy los puentes que dinamito cuando me marcho, que si tengo que volver... ya volveré por otro lado. 
Soy un sueño en el que tengo una pesadilla por no poder soñar. 
Soy lo que me hace llorar y cuando lloro, soy yo cada una de mis lágrimas. 
Soy los espasmos de una polla sin agujero. 
Soy la tristeza de una paja a oscuras. 
Soy una muñeca hinchable buscando un alfiler. 
Soy el cartel de “aforo completo” en un tanatorio. 
Soy la resaca de una abstemia de besos. 
Soy la lluvia y soy el charco. 
Soy la necesidad de que algún día el amor mueva el mundo


No hay comentarios:

Publicar un comentario